jueves, 20 de enero de 2011

Visión monocromática

Por fin puedo ver a todo color. Cuando cerraba los ojos y viajaba a algún lugar, tiempo y espacio, o evocaba a alguna persona, constantemente veía con claridad el destino elegido: París; Ámsterdam; Chiapas; por supuesto Chichen Itza; o el rostro de la persona: el tuyo por ejemplo. Sin embargo, todo me aparecía en blanco y negro. Y requería de un ejercicio de concentración terrible para gozar apenas unos segundos de una "visión" en technicolor.

Durante mucho tiempo pensé que era normal tener esa visión monocromática. Que todo el mundo pasaba por lo mismo. Un día empecé a preguntar y algunas personas me decían que veían a colores. Fui bastante escéptico, no podía creer que otros pudieran hacer algo que yo no dominaba -pecado de soberbia, lo sé- hasta que pregunté a alguien realmente de confianza. Era cierto.

Debo decir que ha tomado algo de tiempo, ejercicios matutinos, obstinación y mucho café.


Ahora puedo verte en un instante. Apreciar el color de tu ropa, la calidez de tus ojos, el brillo de tus labios, la blancura de tus manos. Y eso es algo que no cambiaría ni por un mini cooper blanco, con el toldo negro y quemacocos panorámico. 

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