jueves, 29 de noviembre de 2012

Reencuentro

Por fin me reencuentro con mi vieja lap. Tan olvidada como me olvido a veces de mí mismo.

Olvidarse de uno mismo es un ejercicio más común de lo que pudiera creerse y, tal vez, sucede de forma imprevisible.

Me olvido de mí cuando trato de recrear el pasado.
Cuando enfoco a los otros.

Cuando pienso en los defectos de los demás y
 hago énfasis en cada detalle.

Cuando permito que las ideas de los otros
se impongan a las mías.

Cuando abandono mis principios e ideales,
así, nada más para no discutir.

Cuando me escondo del mundo bajo las sábanas.
Cuando me pregunto por asuntos que
no tienen relación conmigo.

Cuando me pongo a averiguar
de las tristezas ajenas.
Cuando me preocupo por las preocupaciones de alguien.

Encuentro mi vieja lap en una esquina de la casa, la enciendo y veo que aún funciona. La sacudo y limpio su pantalla, escucho el sonido de las teclas que bajan y suben mientras escribo. Y mis dedos entonan un concierto de letras y espacios para dejar en tinta electrónica un testimonio de este reinicio que habrá de continuar hasta que los nuevos silencios salgan a la luz y marquen otro ciclo. Otra vuelta.