Ya no recuerdo quién me presentó a Deli. Lo que sí recuerdo es que me dijeron: "vas, le encanta el sexo oral". Esa noche, en mi carro, comprobé que la recomendación era cierta.
Lo que me gustó de ella fue su cara extremadamente bonita que se acentuaba por lo corto de su cabello y sus ojos grandes, fríos, que no denotaban emoción alguna.
Yo la veía desde la barra, no sé por qué siempre termino en una barra en cualquier fiesta a la que voy. Desde ahí la estuve observando, y fui testigo de que tomaba cerveza tras cerveza y de que al pasar las horas, su comportamiento era diferente, se desinhibía.
Yo bebía tequila y de vez en cuando platicaba cosas sin importancia con algún ebrio que se acercaba a servirse un trago. Pero mi atención estaba fijada en ella, como un cazador que mira a su presa. Ella seguía bailando y bebiendo cerveza, pero desde un principio se dio cuenta de que yo la observaba con insistencia, sonreía.
A mitad de la fiesta ya se le había puesto colorada la cara y bailaba con movimientos de cadera propios del perreo. Surgieron varios galanes que se turnaban para bailar con ella. Yo no le quitaba los ojos de encima.
Cuando nuestros ojos se cruzaron por enésima ocasión, levanté mi caballito de tequila como diciendo salud. Ella enfatizó su sensual ritmo y sonrió. La llamé con la mirada mientras pensaba lo patético que se vuelve uno cuando el alcohol se convierte en el conductor, y recordé cuando yo mismo dejaba que fuera el alcohol el que guiara mis actos, hasta que una muy querida maestra me dio una cátedra de manejo del tequila y me enseñó la forma de tomar sin embriagarme, me enseñó a disfrutar del sabor y de los efectos saludables de la que ha sido mi bebida favorita.
Se acercó y me preguntó si no bailaba. Le dije que prefería aprovechar mi energía en otro tipo de bailes y le tomé la mano. La acerqué a mí y besé su cuello. Ella pegó su cuerpo al mío y me ofreció sus labios. Como dije antes, en el auto comprobé que su fama había sido bien ganada.
Ahora que escribo esto quiero recordar algún detalle de ella, a qué se dedica, si le gusta leer u otra cosa a parte de su afición por el sexo oral, pero la realidad es que no hablamos de ello, o para ser más exacto, no hablamos.
Cuando le llamé por teléfono días después me preguntó muy enojada que quién chingados era yo y de dónde saqué su número. Le ofrecí una disculpa y colgué, me reí a carcajadas. Por lo menos sí sé que su nombre es Deli. Lo que no recuerdo es si yo le dije el mío.