¿Por qué se me hace tan difícil escribir de momentos felices?
Es como si se me hubiera dañado un sector de mi disco duro, justamente el que contenía las imágenes donde había amor y armonía, que seguramente debieron existir, a menos que se me haya configurado de fábrica para señalarlas como spam.
¿No crees que sea patológico el hecho de que tenga necesidad de una concentración para evocar esos tiempos de dicha, semejante a la necesaria para resolver problemas de física cuántica?. Mientras que a cada instante podría plasmar líneas y líneas de historias trágicas o tenebrosas.
Imagino a esos escritores de libros de superación personal que mantienen al lector en un positivismo que marea. Cuántas dosis de prozac, o para no hacer comercial, de fluoxetina deberán tomar para cada capítulo.
Será que como decía Paz en su Laberinto de la soledad: "Desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las derrotas, concepción que no carece de grandeza". Y qué más digno y grande puede existir que el escribir noche tras noche, con un rigor cuasi religioso, las derrotas propias, a veces disfrazadas de ajenas, el hacer público lo privado, lo intangible, lo inimaginable. Como una terapia antítesis de la gestalt. Descargar el ayer para abrir espacio al aquí y ahora.