viernes, 18 de abril de 2014

Campo de astillas

A veces mi piel se pone de nena y exige unas manos que le obsequien caricias. Y es cuando me odio por no lograr provocarte emociones efusivas para que te entregues en un abrazo largo y duradero. Uno sabe que las ganas se agotan en un día cualquiera como se agota el sabor del beso robado. 

El espejo es una fuente de dudas y de verdades. El tipo del espejo cada vez se mira apesadumbrado. El tiempo deja rastros que se reflejan en la ausencia de brillo en sus ojos y el color de su pelo que se extingue. No cabe duda, en un abrir y cerrar de ojos inicia el camino de regreso. El camino hacia la nueva eternidad. Y en ese camino no vale ir en pareja. El boleto individual se cobra por separado. Mejor estar preparado para renovar la soledad y el aislamiento. Un camino angosto que exige caminar de a uno. 

Mi piel es un campo sembrado de astillas. Hiere tus manos cuando la tocan, acaso soportas un leve segundo y te alejas. Te retiras. Sangran tus manos de recuerdos, de heridas que acarician. Hay los que se habitúan al tacto doloroso. Y hay quienes le huyen. 

A veces mi piel se pone de nena y te sueña. Y el odio a mi debilidad se incrementa. Y sólo me queda mirar al tipo del espejo que esconde sus nuevas arrugas con un disfraz de serenidad, con un gesto que intenta parecer una sonrisa sin lograrlo.