martes, 8 de marzo de 2011

Mujeres valiosas

Mientras vago por la ciudad recuerdo que hoy es el día internacional de las mujeres. Fecha que más que conmemorar a un género humano, recuerda la lucha permanente de estos seres por alcanzar derechos en un mundo celosamente dominado por hombres. 

Y veo en Bellas Artes a un grupo de intelectuales que se ha dado cita para reflexionar en torno a las trayectorias personales, mujeres muy valiosas y reconocidas todas ellas en el medio cultural.

Camino rumbo a Palacio Nacional y veo un grupo de chicas, tal vez estudiantes, mujeres muy valiosas que se han juntado para festejar en un lujoso restaurante, donde se sirven cortes de carne muy buenos y tienen una gran variedad de cervezas. Ellas hablan de sus expectativas en un país que no alcanza a definir un rumbo.  Tal vez una de las quince logre un empleo bien remunerado a nivel de mando. Las otras tendrán que conformarse con asistir a algún fulano, seguramente menos brillante que ellas, y hacer un trabajo por el que él recibirá los reconocimientos.

Y veo a una mujer muy valiosa sentada en las escaleras del metro, carga un niño en un rebozo. Nadie le ha dicho que hoy se festeja su día. Ella sólo espera una moneda que caiga en su mano. La única lucha que le importa es su lucha diaria por llevar algo de comer a su casa, por vivir un día más. Por borrar de su mente la imagen de su esposo e hijos partiendo a los Estados Unidos en búsqueda de algo, algo que jamás encontrarán.

Decido regresar a casa y en el metro voy  pensando en lo patético que resulta tener que señalar un día  específico para no olvidar que las mujeres: sentido  de la vida, equilibrio y paz, siguen luchando porque se reconozcan derechos que les corresponden por nacimiento. Al tiempo que voy tarareando al buen Silvio que se había ausentado un poco últimamente:

"... Me estremeció la mujer que parió once hijos
en el tiempo de la harina y un kilo de pan
y los miró endurecerse mascando carijos.
Me estremeció porque era mi abuela además.

Pero lo que me ha estremecido
hasta perder casi el sentido,
lo que a mi más me ha estremecido
son tus ojitos, mi hija, son tus ojitos divinos..."

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