viernes, 29 de octubre de 2010

La vía de mi vida

De mis recuerdos favoritos son los viajes que hacíamos en familia, bueno, mi madre, un par de hermanas,  y yo, en ferrocarril.

Ella solía llevarnos cada año a visitar a sus parientes que viven en un lugar llamado Ventoquipa, Hidalgo. Para ello, debíamos levantarnos alrededor de las cuatro de la mañana para acudir a la estación Buenavista, sí, donde ahora existe una enorme biblioteca.

Subirnos al tren era una gran aventura: un enorme gusano de acero que en sus entrañas lo mismo llevaba personas que gallinas, guajolotes, maíz, frijol y cualquier mercadería que puedas imaginarte. 

Ya instalados en tercera clase, comíamos tortas preparadas la noche anterior y nos divertíamos como podiamos. Por ejemplo, había un empleado del tren que después de revisar los boletos, se cambiaba el uniforme y se dedicaba a la vendimia. Empezaba con atole, tamales, periódico, café, tortas, tacos, y no recuerdo qué otras cosas, pero lo simpático era que recorría el tren con sus productos, vestido para cada ocasión, y cada vez que cambiaba de producto, también lo hacía con sus vestimentas. Nosotros nos reíamos mucho de ese señor.

La casa de los parientes de mi madre estaba a pocos metros de la terminal del tren, sobre la carretera, por lo que podíamos caminar y llegar pronto. Apenas entrar y ya tenían comida, tortillas, pan fresco. Luego del festín, acomodarnos en alguna de las habitaciones que tenían para invitados. Yo prefería la que estaba tras la huerta, cerca del río.

En los días que estabamos ahí me gustaba salir a la carretera, sentarme en una piedra y observar a los trenes que llegaban o que salían. Ahí descubrí un caso curioso: a veces las locomotoras pasaban sin vagones y recorrían las vías con una gran velocidad, a diferencia de cuando arrastraban una gran cantidad de ellos. Esto me llamaba tanto la atención que pregunté a un pariente de mi madre que por qué si los trenes podían correr tan velozmente, cuando veníamos nosotros avanzaban tan lento. Él me dijo: "¿has oído decir, va hecha la mocha? pues a eso se refiere, a que va rápido. Las locomotoras corren rápido porque no traen arrastrando ninguna carga y cuando viajan así se les llama la mocha".

Entonces comprendí que también hay personas que van arrastrando unas cargas enormes, cargas que han ido recogiendo a lo largo de su vida: ira, rencor, tristeza, pena, avaricia, enfermedad, pobreza,  en fin, tantos sentimientos que en teoría no tienen un peso específico, pero que pueden llegar a conformar una gran cadena de vagones capaz de detener a cualquier locomotora en una estación determinada, tal vez, o seguramente, en la peor estación de todas.  No una estación hermosa con luz y baños limpios, sino una con apenas una banca de madera vieja, rota y con letrina.

Así, lo que entendí es que avanzaré tan rápido o tan lento, según lo corto o largo que sean los vagones que he recogido en la vía de mi vida, por lo tanto, he empezado a soltarlos. A liberarme de cargas innecesarias. 

¿Ahora comprendes por qué no contesto tus correos, tus mensajes, tus llamadas?

sábado, 23 de octubre de 2010

Anoche no hubo magia

No sé cómo funciona esto, pero como sea me parece terrible. Aunque pienso que todo debe terminar tal cual como empezó, no logro ponerlo en práctica.

Anoche estuve buscando a una que se pareciera a ti. Que tuviera tu aroma, tu cuerpo, tu cabello. tus ojos, por lo menos tu pasión.

Cerca de las dos de la mañana, cuando ya casi me daba por vencido, la encontré.  Un salón de baile, tequila y tres canciones después, la traje a este hotel. En donde descubrí que realmente  no tenía nada de ti, a no ser porque usaba ropa idéntica a la que portabas la última vez que te vi. Sí, la misma ropa pero sin tus formas, sin tus caderas, sin tus piernas que sabes me enloquecen.Ya ni hablar de la sensación que me envolvía cuando te poseía, cuando tu humedad emergía urgiendo la unión y tus labios murmuraban palabras de aliento. Resumiendo: anoche no hubo magia, sólo un poco de sexo sin sentido. 

Ahora estoy convencido de que no era una buena alternativa para librarme de ti, pues además de que me la pasé comparando tomándote como parámetro, terminé en un estado mayor de extrañeza, de desaveniencia. Ya lo ha dicho Rata Blanca: "Tu presencia marcó en mi vida el amor lo sé / Es difícil pensar en vivir ya sin vos"

Y mientras escribo ella termina de bañarse, cuando salga cerraré mi lap, y fingiré que duermo. Ella se irá y yo, tal vez, saldré a buscar a otra que se parezca a ti. Seguramente fallaré de nuevo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Todo me sirve


Todo me sirve, me sirve tu presencia, tú sabes, me equilibras, eres como incienso. Humo que penetra mis entrañas. Se aloja. Vive en mi interior, calma mis ansias, armoniza mi estadía. Evita mi fuga.

Todo me sirve, me sirve tu ausencia, me reencuentro, me rehago. Me reinvento.  Salgo al mundo, lo saludo, me reinserto. Poco a poco recuerdo cómo se vive solo. Y lo que significa caminar sin una mano que tome la mía, que la guíe.

E intento encaminar mis pensamientos hacia mí, romper el vicio por el que te siguen.

Todo me sirve, hasta el sabor amargo de mi lengua cada vez que pierde el sabor a ti.

domingo, 10 de octubre de 2010

Pecado de omisión

En algún momento también me pregunté cómo fue que me hice de ese hábito, o mejor sería llamarlo deshábito; puesto que un hábito es la repetición de una conducta, de un proceder, en tanto que lo mío, es todo lo contrario, la repetición de un no actuar, no hacer, no decir. Pecado de omisión. 

Lo cierto es que he mejorado bastante, por lo menos existe un par de personas con las que puedo medio hablar, medio decir lo que siento, eso es un logro infinito. Aunque quedan resquicios, palabras que no emergen. Si no lo digo de un jalón, ya no digo nada. Y eso no es simpático porque se quedan cientos de frases en mi mente. No lo niego, a veces con un peso específico que se va sumando a los pesos que traigo cargando y que se vuelven un lastre, un freno que no deja continuar. 

Dudo si habré de encontrar la fórmula para romper el hechizo que alguien derramó sobre mi boca, que se niega a pronunciar ciertas palabras, en el momento más inoportuno. Si hiciera una lista de situaciones que requerían hablar y no lo hice, además de ocioso, sería interminable. Cisma entre mente, cerebro y órgano.

A pesar de ello, me han dicho ocasionalmente que les agrada hablar conmigo y yo me río en mis adentros, ¿hablar? si generalmente sólo escucho y acaso menciono algo que pretende ser inteligente. Aunque mi proceso mental genere ideas cada segundo, ideas que se quedan en estado potencial, a la espera de que llegue la persona adecuada para escucharlas.

sábado, 9 de octubre de 2010

Ciudad de Dioses

Diariamente en esa ciudad de Dioses pasan las cosas más ridículas que puedas imaginar. Los Dioses rezan a un ser superior, piden, claman, imploran por su salvación, por su abastecimiento, por su salud, por su felicidad. Dioses derrotados.

¿Qué es superior a un Dios? ¿Tal vez un súper Dios? ¿Un Dios grado A? ¿Dónde se hace el examen para subir de grado divino?

jueves, 7 de octubre de 2010

Cuántas otras manos

Ayer viajé en el metro. Sin libros que leer; observando a una pareja de jóvenes he vuelto a reconocer esas miradas que se encuentran, las manos que se tocan con deleite, que acarician el rostro del otro, de la otra, besos que callan. Y me recordé cuántas veces habían sido mis manos, mi boca las que protagonizaron esa escena. Y recordé también cuántas otras manos y bocas estuvieron con las mías. Y cada vez asegurando que, ahora sí, era la definitiva, la última. Qué risa, al paso del tiempo todas acabaron igual, todas. Como si algún escritor malévolo hubiera redactado un guión que se repite, en el que sólo cambia la actriz en turno. La estrella. ¿Recuerdas a Bill Murray en Groundhog Day? 

 No se me puede acusar de dejarme derrotar. Mi búsqueda ha sido continua, y mis experiencias hacen que no pueda dejar de recordar el poema de Oliverio Girondo:  "... Que tu mujer te engañe hasta con los buzones / que al acostarse junto a ti / se metamorfosee en sanguijuela / y que después de parir un cuervo / alumbre una llave inglesa...    ...Y que te enamores, tan locamente / de una caja de hierro / que no puedas dejar / ni por un sólo instante / de lamerle la cerradura".

Cerré mis ojos y me propuse que no existía el par de jóvenes que me generaron tantas historias en mi memoria. No necesariamente acabarán como yo, seguramente sus circunstancias son diferentes, por lo que podrían haberse encontrado en su ultimidad. No te enamores de la primera, enamórate de la última. 

Ajusté mis audifonos y me concentré en mi Ipod en el instante en que The Cure describía perfectamente mi sensación: "Suddenly I stop / But I know it's too late / I'm lost in a forest / All alone / The girl was never there / It's always the same / I'm running towards nothing / Again and again and again and again"