El espejo es una fuente de dudas y de verdades. El tipo del espejo cada vez se mira apesadumbrado. El tiempo deja rastros que se reflejan en la ausencia de brillo en sus ojos y el color de su pelo que se extingue. No cabe duda, en un abrir y cerrar de ojos inicia el camino de regreso. El camino hacia la nueva eternidad. Y en ese camino no vale ir en pareja. El boleto individual se cobra por separado. Mejor estar preparado para renovar la soledad y el aislamiento. Un camino angosto que exige caminar de a uno.
Mi piel es un campo sembrado de astillas. Hiere tus manos cuando la tocan, acaso soportas un leve segundo y te alejas. Te retiras. Sangran tus manos de recuerdos, de heridas que acarician. Hay los que se habitúan al tacto doloroso. Y hay quienes le huyen.
A veces mi piel se pone de nena y te sueña. Y el odio a mi debilidad se incrementa. Y sólo me queda mirar al tipo del espejo que esconde sus nuevas arrugas con un disfraz de serenidad, con un gesto que intenta parecer una sonrisa sin lograrlo.
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