jueves, 15 de julio de 2010

Seguir su camino

"Y qué haces cuando te das cuenta que la mujer de a lado te parece más desconocida que cuando la viste por primera vez hace quince años. Ahora sabes menos de ella. No tienes idea de qué piense, qué le angustie, qué expectativas tenga de la vida." "En el olvido quedaron los días en que platicabas largas horas con ella, en que tenían aquellas salidas nocturnas sin destino." "No recuerdas la última vez que rieron juntos de alguna cosa absurda." "Pareciera que fueron tomando caminos distintos en que la comunicación fue cada vez menos y la distancia mayor." Ramiro me hacía estos cuestionamientos mientras tomábamos tequila en el patio de su casa. 

En mis adentros pensaba que a buen árbol se arrimaba, no sabía si esperaba alguna respuesta en especial o realmente quería saber mi opinión. Así que le respondí sin miramientos: 

- "Pues déjala que siga su camino y tú sigue el tuyo". "Es simple, ¿no?".  "Es mejor que forzar una situación que de por sí, no funciona".

-"Qué fácil se te hace no cabrón, tú como sólo andas con cuanta vieja se te atraviesa, ni sufres", reclamó.

Me quedé pensando, qué sabes de las penas ajenas. En realidad creo que yo no estoy para andar dando opiniones sobre el mal de amores. Yo no creo en las relaciones a largo plazo, y no creo en ellas porque las únicas que he tenido así, resultaron en tremendos líos, vajillas rotas incluídas. Mi carácter; sus creencias; mi silencio; sus histerias; mi sarcasmo; sus dolencias; mi indiferencia, no son elementos susceptibles de mezclar sin resultados catastróficos.

Finalmente Ramiro continúa viviendo con Vero, tomando cada fin de semana y haciendo lo posible por llegar tarde a su casa, para evitar la mirada de ella, para evitar escuchar las palabras de despedida que tarde o temprano llegarán.