viernes, 22 de julio de 2011

Palabras escasas

Y luego está el problema de las edades. Tú, inmensamente menor, como un lejano sueño que no se alcanza a definir. Que se mira borroso e intermitente. Como la ola que se acerca a mis manos y cuando trato de asirla se va, se retira y me mira inmutada; y en cada ciclo me hace pensar que será esta vez, que ahora sí estará en mis manos, que por fin la habré de tener. Y lo único que agarran mis manos es la nada que hace más evidente el vacío, la nada que me apura a llenar, a llenar con algo, con lo que sea. Sólo llenar. La nada que deja de serlo cuando se vuelve algo: una ausencia.

Cuando alcanzo a percibir que estoy horadando mi cordura, grito: ¡alto!; y sin ser taumaturgo el mundo se detiene para que pueda recobrarme, reencontrarme. Y luego toma de nuevo su impulso y sigue.

Hasta los versos de Aridjis se me aparecen y me ayudan a desertar:
"... La edad nos separaba,
como a dos cuerpos,
no de tamaños distintos,
sino de espacios diferentes.
Y mis manos asiéndote,
mis brazos abarcándote,
no podían asirte,
no podían alcanzar tu cuerpo, tu mirada".

Y encuentro, en mis cuadernos, textos que contradicen lo que hoy percibo:

"A mí siempre me gustaron las mujeres mayores que yo. Puede ser que esto se deba a mi pronta madurez que alcancé por convivir desde pequeño con niños y niñas de más edad.

Un día la muchacha que ayudaba a limpiar la casa entró a mi recámara, se quitó el vestido y me besó apasionadamente. Tomó mis manos e hizo que le tocara todo su cuerpo. Aún recuerdo el sabor a paleta de cereza de aquel beso. Desafortunadamente llegó mi tía en ese momento y Ángela salió corriendo del cuarto, se vistió en el baño y yo salí para abrir la puerta. Nunca he entendido por qué a mis diez años nunca le conté eso a nadie. Ella se hizo novia de un vecino y se pasaban las noches teniendo sexo al fondo de un jardín".

Finalmente, concluyo que hubo un cambio, impredecible y silencioso. Un cambio que modificó mis paradigmas reales e imaginarios. Y a pesar de que sé lo que pasó, y si no lo sé, lo intuyo; es claro que no lo entiendo, o mis palabras son escasas y no puedo describirlo. No alcanzo a plasmar como me hice adicto a ti.

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