Esta noche quiero caminar, regresar a las calles conocidas. Quiero encontrarme con el joven de la chamarra de mezclilla, el de playera negra y tenis nike. El que vivía rodeado de amigos incondicionales; el que parecía tener respuesta para todo.
Dónde buscarlo. En aquellos años bastaba con silbarle a todo pulmón - obviamente no había celulares, twitter o facebook - tal vez lo pueda encontrar en los lugares comunes: en las azoteas donde fumaba sin parar; en las fiestas callejeras de los sábados, reino de los sonideros; en los partidos de futbol americano de Ciudad Universitaria; en las luchas de la Arena Revolución; en las funciones del cine Fausto Vega o en las tocadas de rock subterráneo del Lienzo charro de pantitlán.
Si acaso lo encuentro, me aseguraré de avisarle que el mundo no se acaba en el año dos mil; que The Cure sí vendrá al DF; que nadie murió en la campal de la calle cincuenta y cinco; que la migraña sí se cura; que desconfíe del que se dice su mejor amigo, y que no deje de ir a la boda de Karyna.
Tal vez así, cuando transcurran los años, no vivirá con fantasmas que le persigan noche tras noche, ni imaginando los posibles escenarios a partir de cada capítulo de su vida. Y si tiene suerte, no se sentirá tentado a caminar alguna noche queriendo encontrar un recuerdo, para vacunar sus aprensiones.