miércoles, 24 de noviembre de 2010

Unas gafas oscuras

¡Qué manía la tuya, mirarme de esa forma! Me desarmas, acabas con mis argumentos preparados con antelación -iter criminis- con mi intento de decir las palabras precisas para despedirte, para dejarte libre y dejarme libre. Libre para seguir tu desarrollo y yo el mío. Sin embargo, termino posponiendo lo que necesariamente ha de ser.  Ya mañana será otro día.

Mientras tanto continúo amarrado. Y cuando toco tu cintura olvido toda estrategia. Acto fallido. Intento que termina en deserción. Me silencias y se cierra el telón. Tercer acto, una voz en off me dice que he fallado.

Y en el intermedio preparo la próxima táctica, las palabras, los gestos, el dejo de pena que la ocasión amerita, aspiro profundamente para que no me falte el aire, mis pulmones se dilatan, se alistan para la batalla. 

Me acerco, sin miedo. Estoy preparado. Te miro. Finjo indiferencia. Frente en alto, pulso acelerado.

Y entonces, lo de siempre. Tu mirada. 

Mañana recordaré traerte unas gafas oscuras.

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