Pues si no insiste no le diré nada. Para qué confirmarle lo que estoy seguro ya se imagina. Pero si se aferra y me lo pide, no me quedará más remedio que contarle.
Tal vez inicie por la vez que bailé con su hermana y escondidos entre la bola de bailadores nos besamos. Claro que estábamos demasiado ebrios los tres. Así que tal vez, esa no cuenta. Además que fue su idea que nos acompañara mi cuñadita.
Después podría seguir haciendo un resumen de los congresos a los que acudí por cuestiones de trabajo y en los que siempre hubo alguna vecina de habitación dispuesta a una ayuda mutua. O alguna residente que se ofreciera a recorrer la ciudad de noche. Cómo olvidar las noches del Salón Veracruz o del Tropigala en Guadalajara, o del Skandal en Monterrey, y ni hablar de La Diabla en Xalapa.
En verdad espero que no insista. No será algo fácil ni productivo.
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