Sé que te gustaría que fuera un tipo más común. De los que gustan estar en casa, arreglar y lavar su auto. Ver el fútbol y comprar el mandado para la semana.
Sé que odias mis horas de lectura y, si acaso es posible, más odias las horas que invierto en escribir. O cómo interpretar lo que has dicho miles de veces: "Quién chingados va a leer tanta pendejada".
No puedes soportar verme ensimismándome. Ingresar al mundo interno en el que no puedes acceder ni aunque tengas tu tarjeta de crédito platino, orgullo de tu vanidad. Con todo y tu exitoso desenvolvimiento en la sociedad, te encuentras con una invisible capa que protege mi individualidad. Te fastidia. Lo sé. Cuánto darías por tener entrada al monasterio privado en que me establezco cuando quiero mantenerme sagrado. Ahí no funciona tu truco de remarcar el escote cuando se dificulta ingresar al antro.
Aun cuando me divierte tu desvarío, no me alegro por ello. Sin embargo, yo no te induje a pensar que fuera de otra forma. Me conociste así. "Extraño", como solías decir al referirte a mí. Así me he mantenido. Lo siento de verdad si no estoy a la altura de tus expectativas.
Ahora mismo camino y entre canto la única parte que recuerdo de una canción de Patxi Andion: "...por esto, sólo por esto / vuelvo la espalda y dejo esta casa / porque no soy de esta acera / soy casi todo / soy de la gleba...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario