Ayer creí haber visto esa luz en tus ojos. La misma que he estado esperando ver desde hace mucho tiempo. La que en ocasiones taché de causa perdida, pero causa al fin y al cabo.
Y de repente estaba ahí. O quise creer que estaba ahí. Debería haber estado ahí. Era un buen momento para que estuviera ahí. Sin duda.
Y de repente estaba ahí. O quise creer que estaba ahí. Debería haber estado ahí. Era un buen momento para que estuviera ahí. Sin duda.
Si tan sólo hubiera confirmado su presencia. Habría descargado el alma de lo que he guardado para cuando llegue ese día que, confío en que tarde o temprano, ha de llegar. Y habría enfriado esta fragua al rojo vivo, carbón atizado. Forjar el acero es más fácil que forjar el alma.
¿Sabes lo irritante que fue haber creído?. O tal vez lo irritante fue descubrir el infundio, la farsa. Jamás hubo tal luz. Imagen errante emanada de mi deseo más que del tuyo.
Mejor sonrío y salgo; y huyo. Camino pensando en lo que decía el poeta Miguel Hernández: "¿Qué hice para que pusieran a mi vida tanta cárcel?".
Y yo que me mantengo huyendo de prisiones, aunque tambien confieso que: amo tu amigable indiferencia.
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