jueves, 17 de marzo de 2011

Humo

Volteo a mi mesa y el vaso de tequila me saluda. Me mira inquieto. Ha estado ahí por semanas. Enciendo un cigarro, el humo se adentra, se vuelve parte de mí. Me vuelve parte de él.

Aunque las palabras se pusieron en huelga. Aún puedo describir el arrullo que provocó el silencio, único habitante de mi memoria. No tengo recuerdos, los perdí en una casa de apuestas. Un eco suena lejano. Una nube dispersa me señala un camino. Alzo los brazos y me desgrano. Guardo mi cuerpo en un sepulcro. Ahora soy ligero, ahora soy de humo. Puedo cambiar de lugar en el espacio. Subo la vista, todo es cielo. Todo es nada. Luz extensa. Luz infinita. Algo me jala hacia la nada. Hacia el todo. Me asusta. Me atrae. Me emociona saber que estoy en ninguna parte. Que todo termina.  Mejor pronto que para siempre. No entiendo nada. Ahora soy humo. El humo no piensa. Sólo vuela. Sólo llega a todas partes. Y sólo termina.

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