miércoles, 27 de abril de 2011

Desaprender

Entre otras cosas inútiles en la vida, aprendí a fingir, y lo aprendí en la mañana de mi desarrollo.

Fingir que nada te importa no es fácil. Invertí muchas horas de práctica para llegar al nivel de experto. Ensayar la cara de valemadrismo por las mañanas y mantenerla tarde y noche. No evidenciarme. No delatarme ante quienes dicen conocerme bien.

Puede decirse que esa habilidad me sacó de apuros en muchas ocasiones, aunque pensándolo bien, ahora, a varios años de distancia, con la serenidad que el tiempo proporciona, la pregunta sería: ¿Por qué razón nació esa necesidad de fingir?. ¿Por qué no, simplemente, sacar la verdad a la luz y aguantar lo que venga?.

¿Y para qué?. ¿Qué he obtenido de ello?, tal vez sólo evitar sentirme expuesto,  ante los demás, claro, porque en lo interno... estar expuesto a uno mismo es más duro.

Y lo peor del caso es que en mi proceso de desaprender lo que considero poco o nada útil, estoy atorado con este asunto: Por un lado, yo intento dejar de fingir, y por el otro, veo que todos fingen. Hasta tú finges.

Entonces, estoy en la encrucijada de no saber si debo salirme de este juego o seguir en él hasta las últimas consecuencias.

Es una cuestión que merece un par de meses para analizar. No es algo que se deba decidir así como así.


Por lo pronto, me quedo con la incertidumbre de si un día dejaremos de fingir: yo, que no te deseo; tú, que no te importa.

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